Gestionando las emociones de los Hijos
Hoy en día se aborda el tema de las emociones y su importancia en nuestra vida; durante 20 años se ha sostenido y sobre valorado a la razón, es más, algunos profesionales cuando se refieren a las emociones se refieren a ellas en términos de controlarlas, eliminarlas, suprimirlas etc. Pero de acuerdo a investigadores como Paul Ekman, entre otros, sabemos que las emociones existen desde el inicio de la vida y que cada elección por la que optamos tiene un trasfondo emocional. Estas están presentes al inicio y al final de cada proyecto.
De acuerdo a investigaciones de Sue Gerhardt -en su libro “El Amor Maternal”- nos demuestra como el amor y la empatía se aprenden con el cariño y la proximidad de la madre con su bebé. Los bebés no pueden gestionar el estrés, debido a que son incapaces de deshacerse de su propio cortisol y dependen de los adultos para ello. A los bebés estar lejos de su cuidador les genera demasiado estrés debido a que su supervivencia depende de la cercanía de sus padres o cuidador. Es necesario dar una mirada al inicio de la vida del bebé, es decir a la etapa intrauterina donde el dolor, el stress y otras emociones son captadas por el no nato a través de la madre. Por este motivo, cuando nos plantemos la pregunta ¿Cómo educar las emociones del niño? Se hace indispensable tomar en cuenta el inicio de la vida de ese bebé y los cuidados en esa etapa; es decir que para poder educar a un bebé o niño, es imprescindible, cuidar y enseñarles a gestionar sus emociones y actitudes a los padres. Una madre que gestiona su propio nivel emocional está cuidando el nivel emocional de su bebé.
Aquellos padres que tienen hijos en el kínder o en el colegio, pueden participar en la educación de las emociones de sus hijos, tomando como punto de partida, los siguientes puntos:
• Permitirles que sus niños reconozcan sus emociones
• Que puedan expresar sus emociones, es decir: hablar de ellas -sin el temor de ser juzgados por lo que puedan sentir ante determinada situación.
• Ayudarles a reconocer qué sucede con ellos cuando pueden expresar su emoción.
• Replantearse la forma de actuar ante esa situación y que género determinada emoción.
Es óptimo que tanto padres e hijos aprendan a reconocer sus emociones, a expresarlas, y poder escuchar al otro. Toda familia tiene límites, así como los niños tienen límites dentro de la relación vincular, es necesario que los padres también sepan los propios límites que tienen dentro de esa misma relación. Es decir, el respeto por lo que el otro siente es fundamental sin minimizar a ningún miembro de la familia, así como entender que parte de esa educación es la responsabilidad tanto de adultos y niños dentro de sus respectivos roles.
Es necesario buscar espacios de comunicación para que el niño pueda expresarse y sienta que es importante lo que le sucede, tener actividades en común con sus hijos, donde ambos puedan disfrutar; esto les enseña a los niños que el compartir no tiene que ser un sacrificio sino un placer.
Los padres o la mayoría de personas tienden a generalizar, y suelen generalizar actitudes de sus hijos y de los demás con frases como estas: “Tú siempre llegas tarde” “Tú nunca obedeces” “Tú siempre gritas”. De esta manera el hijo queda en con pocas posibilidades de hacer algo diferente, es decir no tiene opciones de ser o actuar diferente, generando una falsa auto percepción. El “nunca” y el “siempre” no es real, en una situación así, padres e hijos se ven imposibilitados de ver la vida como realmente transcurre, y no pueden de esta manera ver los aciertos de sus hijos. Es recomendable emplear frases como: “a veces llegas tarde” o “la mayoría de las veces llegas tarde”.
Lic. Thamara martel M.
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